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El Cine Nacional

YO SOY AQUÉL



Seguramente el culpable de lo que le sucedió al cine mexicano fue aquel que acuñó la frase de que es el séptimo arte. Y lo digo porque, en sus inicios, el espíritu de producir una película y posteriormente pagar para disfrutarla era un asunto de entretenimiento. El cine, al correr de los años, derivó en un mecanismo doctrinario, al cual por desgracia nuestra industria fílmica se adhirió por ahí de los años 60 y 70 y, lamentablemente, hoy sigue tratando de sacar la cabeza para sobrevivir.
Durante la llamada ‘época de oro’ del cine nacional, la cantidad y variedad de producciones hacían que el propio volumen creara buenas historias, algunas de las cuales todavía siguen siendo atractivas y con tal calidad que merecen la ‘gloria de la repetición’. Pero algo pasó que llegaron a nuestro cine personajes que, lejos de entretener, se volvieron pretenciosos al querer ganar premios internacionales y creyeron que el cine era un medio de concienciación útil para el sistema, a tal grado que el propio gobierno tomó las riendas de las producciones y así se desbarrancó aquella calidad, variedad y sencillez de lo que llegó a ser una de las industrias fílmicas más importantes a nivel mundial.
Como nadie quería ver esas porquerías pretenciosas que aderezaban con cine de ficheras y albures, tuvieron que manejar por medio de COTSA (Compañía Operadora de Teatros) la distribución de su inmundicia, al tiempo que congelaron los precios de las producciones extranjeras en éstas, ‘sus salas’. Por eso los títulos internacionales interesantes tenían que esperar hasta seis meses para llegar a nuestro país.
No fue sino hasta que Cinemex, con Miguel Ángel Dávila al frente, que se atrevieron a hacer salas modernas, funcionales e independientes, que se pudo acceder a un abanico de ofertas fílmicas que contenían de todo menos producciones mexicanas.
El problema es que se produce tan poco a nivel nacional que no se hace volumen que encuentre calidad, y que otros siguen pretendiendo ganar un premio internacional que les dé proyección y casi nunca lo logran.
Ha quedado un estigma entre nuestros directores y actores, que es el de querer seguir ganando premios que los hagan inmortales cuando la sencillez y lo bien hecho son lo que el tiempo mantiene en el recuerdo y eso es lo que importa. Por favor, ya no quieran seguir ganando un Oscar, esa fijación también es muy dañina, hagan cine para entretener.

El público se los agradecerá.


esteban.arce@record.com.mx

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