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Una imagen imborrable

Yo Soy Aquél

Todo aquel que haya visto la televisión tiene guardada , seguramente , alguna imagen que nunca olvidará, muchos de mis contemporáneos se podrán referir a la hipotética llegada del hombre a la Luna, y digo hipotética, por que cada vez son más las versiones que cuestionan dicha llegada, pero en fin, algunos mencionarán cuando el Tibio Muñoz ganó la medalla de oro gracias a la cual ha vivido y sigue viviendo del deporte, también hay quienes dirán que nunca olvidarán cuando Felipe Calderón apareció de la nada y pese a los berrinches de los opositores tomó la tribuna y la protesta como Presidente de la República Mexicana ante la mirada atónita de muchos salvajes, en fin, existen muchas y muy personales, yo recuerdo todas ellas, pero nunca una como la de hace ya tres años, durante los funerales de quien fuera uno de los hombres más importantes del siglo XX y me refiero a su Santidad Juan Pablo ll, quien sin duda, ha sido pontífice más influyente a nivel mundial de que se tenga memoria; en su pontificado que llevó a todo el planeta aumentó exponencial el numero el número de creyentes, la educación católica creció como no lo hacía desde hace muchísimos siglos, acercó a los jóvenes a la Iglesia, el respeto por el jerarca católico, se dio de manera universal como no se veía desde hace mucho tiempo, un fenómeno que detonó el final del comunismo en Europa, enemigos implacables de los intereses masónicos y anticatólicos, acercó la fe cristiana a todas la demás religiones y se llevó el corazón y respeto de casi todo el mundo.
Nunca olvidaré cuando en medio del funeral más seguido en la historia de la humanidad y en presencia de todos los dignatarios del planeta, líderes religiosos de todas las corrientes, con la señal de televisión dirigida a todos los rincones de l a Tierra y en un día soleado en roma, sin viento, ni lluvia, se abrió la puerta principal de la Basílica de San Pedro con el cortejo fúnebre cargando el cuerpo del recién fallecido Juan Pablo ll y con ellos apareció un viento de la nada que quienes fueron testigos presenciales aseguran que dejó sin habla a todos los ahí presentes, el cuerpo fue depositado y una enorme Biblia que estaba encima comenzó por efecto del viento a mover las hojas hasta que finalmente cerró la pasta del Libro Sagrado y en ese momento como mandato divino, desapareció el viento. Una imagen que demostró a los frágiles líderes mundiales que algo especial estaba sucediendo. A tres años de su muerte, esa imagen que vi en TV jamás la voy a olvidar.



FUENTE: Record Diario Deportivo
Esteban Arce, Yo soy Aquél...
Lunes 7 de Abril de 2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esteban, soy traumatologo de la cd de guadalajara tengo 30 años y te he seguido desde tu programa del calabozo y la verdad creí que de tu mente y pluma solo saldrian payasadas, por eso nunca leo tu columna,hoy me detuve 2.5 min a leerla y con gran sorpresa me di cuenta que eres un excelente narrador de historias plasmadas con los momentos realmente te felicito y esta columna para mi sera imborrable, ya estoy esperando la siguiente nota