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Maldito iPod

Para nadie es un secreto que el fenómeno iPod se ha convertido en algo que ha hecho olvidar a los CD, los discos de acetato, los casettes, los 'tapa y toca', los 'tragadiscos', las tornamesas Garrard, los cartuchos de 8 canales, las cintas de carrete, cancioneros, organilleros, tríos y cuanto aparato haya existido y que su función haya sido la de generar sonidos agradables, melódicos y rítmicos. Es decir, el fenómeno iPod, aparte de salvar de la quiebra a la compañía Apple, ha hecho que las personas lo utilicen casi como un elemento de primera necesidad. El colmo fue en el pasado Mundial de Alemania, en donde veíamos imágenes de todos los futbolistas que llegaban al estadio y se bajaban del camión con sus inconfundibles iPods color blanco y rostros que reflejaban a verdaderos autistas, y todo producto del aislamien¬to que genera este antisocial aparatito.

Digo antisocial porque cada persona que utiliza un iPod con audífonos se aparta del resto del mundo, y más aún cuando le caben al lindo y pálido rectángulo la friolera de 20 mil canciones, que equivalen a que el trío los Panchos cante por tres años seguidos sin descansar, o que los Rolling Stones estén rasgando las liras durante lustros. El caso es que no tiene límites, y hoy menos, pues ya asimilan videos, fotos, datos, noticias, teléfonos y son transmisores de voz y cuata monería le siguen aglutinando a tan vacilador aparatejo. Mi pregunta es la siguiente: ¿có¬mo cambiarán de actitud las nuevas generaciones, las que en lugar de inventar juegos, éstos ya les son inventados; que en lugar de crear música, ésta ya la tienen de manera ilimitada; que en lugar de compartir se aíslan? Pronto veremos que los espectáculos en vivo son virtuales y los puedes disfrutar sin ir a los eventos.

Usted juzgue: en camiones, metro, aviones, autos, cafés, aeropuertos, gimnasios, librerías y cuanto lugar exista hoy en día aparece un fulano o fulana autómata con un aparato reproductor MP3 pegado a su orejas y creyendo que la vida transcurre en torno a la rola que su gusto personal eligió, que se filtra a sus oídos y de ahí al cerebro. Sin duda, la música es algo bello, pero todo a su debido tiempo. La música es para acompañar momentos deben ir acompañados por música. Prueba de ello es que ninguno de los grandes de todos los tiempos utilizó un iPod. Ni el más grande, Jesucristo; ni Mozart, ni Newton, ni Albert Einstein, ni Beethoven, ni Juan Pablo II. Entonces, ¿por qué hoy mucha gente no puede viajar sin su iPod o MP3? Esta bien que sea algo maravilloso como archivo de música, datos y demás, pero de eso a ir por la vida como un zombie y un cable pegado a las orejas hay mucha diferencia. ¿O no?

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